En el espectro de realities con el que las televisiones
comerciales de nuestro país nos alimentan día a día, existen joyas como ¿Quién
quiere casarse con mi hijo?, en el que un rebaño de solteros busca con la
inestimable ayuda de sus progenitores qué pretendienta se ajusta mejor a su,
por lo general, personalidad límite.
El programa, pese al guion que asoma en cada secuencia, explora de
manera desternillante las miserias de todos sus protagonistas y los reduce a lo
que en realidad son: un hatajo de tarugos, por lo general sin oficio ni
beneficio, dispuestos a todo por sus quince minutos de fama. Detrás de la capa
del exitoso hombre de negocios se esconde un vacío intelectual que hace frente
al agujero negro de Interstellar. Si se raspa la fachada metrosexual del chulo
de playa aparecen las inseguridades patológicas de quien solo encuentra la paz
escuchando constantemente lo guapo que es. El gracioso con la réplica siempre en
la punta de la lengua es un acomplejado a quien le robaban el bocadillo en el
recreo.
En 2015, todos nosotros seremos testigos de una versión del
programa. Sus protagonistas, eso sí, no buscan la pareja de su vida (o la del
fin de semana), sino algo mucho más prosaico: nuestro voto.
El casting ya está cerrado desde hace tiempo, y ahora vemos
(y veremos) desfilar una y otra vez a los candidatos por platós y foros de lo
mas diverso, entonando sus cantos de sirena y tratando de convencernos sobre
las ventajas de depositar nuestra confianza en ellos y no en los
piojosos/ladrones/anodinos/peligrosos independentistas de la acera de enfrente.
Como en el caso del programa original, con el tiempo hemos podido detectar los
tics que apuntalan la personalidad profunda de estos políticos que, aun así,
intentan ocultar su verdadero yo a los electores. Lamentablemente para ellos,
subestiman nuestra inteligencia. Así se ven y así son estos tronistas a la caza
de la papeleta.
Y mucho me parece un 4...
Mariano Rajoy
La estabilidad y la moderación, un pilar sólido y un faro
siempre vigilante y necesario en momentos convulsos como los actuales. Un señor
que podía estar ganando mucho dinero en su puesto de registrador de la
propiedad pero que ha hecho del servicio público y del sacrificio por sus compatriotas
su forma de vida.
Un señor que escupe al
hablar, le tiembla el ojo cuando miente (e incluso cuando apunta verdades a través
del plasma), que se tiñe exactamente hasta la patilla de las gafas y repite
constantemente ‘mireusté’ y ‘cosas’. Alguien que estaba en el lugar indicado a
la hora exacta y ahora, mireusté, ya no hay quien lo quite de donde está.
Pdro Snchz
Un ganador, un líder que gana incluso sin hacer grandes
esfuerzos, alguien que podría haber triunfado en el baloncesto o en las pasarelas,
el recambio necesario de un partido anclado en el pasado que mira con optimismo
hacia delante y solo ve luz donde los demás ven tinieblas. El yerno perfecto,
el marido ideal, el padre soñado. Un regalo del cielo.
Una versión más
atractiva (tampoco era difícil) de ZP, alguien que no puede ser tan ingenuo
para creer en su propio discurso buenista y conciliador y que está encantado de
conocerse. El muñeco que han sacado quienes gobiernan de verdad el partido para
llevarse todas las hostias que ellos no están dispuestos a encajar.
Pablo Iglesias
El azote de la casta corrupta y moribunda surgida en la
Transición, un torbellino enviado por los dioses del proletariado para
establecer un nuevo pacto social y una sociedad justa y próspera. La respuesta
que ansiaba el pueblo y que está dispuesto a sacrificarse por nuestro
bienestar.
Un ego descomunal con
coleta y camisas del Alcampo, un especialista de la prestidigitación dialéctica
que regala el oído de quien está al otro lado de la pantalla. Un profesional de
la demagogia que cambiará tantas veces de posición y lo hará tan rápida y
limpiamente que no quedará más remedio que aplaudirle por su habilidad.
Rosa Díez
Una mártir del socialismo que renunció a su puesto en el
partido de su corazón para seguir manteniendo los principios que siempre
defendió en él. Una emprendedora de la política y una líder nata que se sabe la
legítima llave de cualquier gobierno que surja de las urnas. Una inconformista
sin dogmas ni complejos ideológicos.
Una profesional de la
cosa pública capaz de acuchillar a sus hijos si eso le garantía 15 minutos más
en una de las butacas del hemiciclo. Una arribista con una ambición
descontrolada y unas ansias de influencia fuera de lo común que hace purgas en
su partido como quien se pone el colacao antes de irse a la cama.
Alberto Garzón / Cayo Lara
El futuro de la izquierda.
El pasado de la
izquierda
Albert Rivera
Un ciudadano normal, honesto, firme, honrado, sensato, cabal.
Un tipo de la calle como tú que te hará el favor de decirles a los políticos
cuatro cosas a la cara.
Un político de los de
toda la vida, entendido como tú entiendes que son los políticos.
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